Hola a tod@s!!
¡Cuánto tiempo sin escribiros y cuántas cosas que contaros! ¡Pero
ha llegado el calor, el verano y con él, el fin de curso! Este año es mi
primera experiencia como madre y ya han pasado muchos desde que yo lo vivía.
Reconozco que me tiene un poco abrumada, con tantas reuniones, fiestas, orlas,
regalos, etc. ¡Menos mal que hay mamás con más experiencia que nos van guiando
a las novatas en estas lides! Reconozco que soy de las que suelo proponer ideas
para todo, a veces más acertadas y a veces menos, pero en este caso me estoy
dejando guiar y hay que reconocer que la experiencia es un grado, ¡qué bien lo
están organizando todo! Y aunque la
situación ha cambiado bastante desde que yo iba al colegio y ahora parece que
se hacen fiestas para todo, me encanta que sea tan participativo y que podamos
compartir tantos y tan buenos momentos con los demás papás, mamás y amiguitos
del cole (Casa de Niños, que el cole cole lo empezamos en septiembre).
¡Pero si yo venía aquí a hablar de libros! Sí, pero es que para mí los libros están muy relacionados con el fin de curso y el verano, ¡ya que eran mis regalos de buenas notas! Soy de esas niñas que eran felices porque cuando llegaba el verano tenían aún más tiempo para leer. Recuerdo bien ir a la papelería de mi barrio con mi madre para elegir los libros que me regalaría ese año por haber sacado buenas notas, casi siempre del Barco de Vapor, y que además elegíamos “al peso”: mi madre opinaba que cuánto más largo un libro mejor, porque así me duraba más. En realidad, me duraban lo mismo: entre uno y dos días, o noches más bien, ya que las solía pasar enteras leyendo (no hacer en casa si no queréis pagar facturas de luz desorbitadas).
De pequeña no solía llevarme los libros a la playa, entonces
me pasaba el día entrando y saliendo del agua, pero más mayor descubrí que era
un lugar fantástico para leer, tumbadita bajo la sombrilla, ¡of course! Nunca
me veréis llevar el móvil, pero un libro bien guardadito en su bolsa de plástico,
para que no se moje ni ensucie de arena, es uno de mis imprescindibles. Suelen
caer tan rápido que alguna vez he tenido que salir corriendo a comprarme otro
porque ya se me había terminado, y así conocí a Tiffany Dolorido en Un sombrero
lleno de cielo. Por suerte todavía solemos ir toda la familia de vacaciones
juntos, así que cada uno lleva su libro y luego van rotando. Si no, ¡tendríamos
que llevar una maleta solo de libros!
Hablando de maletas, como bien sabéis, este blog es
colaborador activo de Los Cuentos de Bastian, así que no podía dejar de hablar
del verano sin traeros las fantásticas cestas de regalo que han preparado para todas las edades, para regalar o regalarse, con una selección de títulos que
son apuesta segura y contenidos “extra” de regalo. ¿Habéis visto qué láminas
tan chulas? ¿Os gustan? Espero que sí, porque pronto leeréis de ellas en este
blog.
Yo todavía no he preparado mi selección veraniega para Martina
y para mí, pero me encanta la idea de combinar libros temáticos sobre el
verano, con lectura extensa y libros de actividades.
¿Y vosotros? ¿Cómo leéis en verano? ¿Ya habéis preparado
vuestra selección? ¡Contadnos!
1 comentario:
Yo, igual, mis regalos preferidos, libros...y también pinturas ;-) Feliz verano, Nohemí, y felices lecturas :-) Besos!!
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