El pasado lunes tuve la suerte de poder asistir, esta vez sí, a la segunda Jornada Monolibro sobre Álbum Infantil Ilustrado, celebrada en la sala Ámbito Cultural del Corte Inglés de Callao, en Madrid. Da gusto ver cómo el álbum ilustrado cada vez se va abriendo más hueco en nuestra sociedad y deja de ser un objeto limitado a los niños y cuatro coleccionistas "que no han crecido", entre los que me incluyo orgullosa. Nuevos espacios suponen, aunque sea poco a poco, nuevos públicos y más reconocimiento, y estas siempre son buenas noticias para nuestro sector.
En esta ocasión, de la mano de Sonia Antón, editora de Jaguar, pudimos asistir al debate planteado: "Una persona, un libro", junto a Javier Pizarro, profesor y escritor en El Asombrario, Maite Malagó, editora en Loqueleo (Santillana), y Samuel Alonso, escritor y especialista en Literatura Infantil y Juvenil. Trasladaros todas las ideas que surgieron y se debatieron será una ardua tarea, pero puedo intentar haceros un resumen para que podáis sacar vuestras propias conclusiones al respecto.
Tras las presentaciones iniciales, Samuel Alonso comenzó exponiendo cómo en un congreso celebrado en el año 1997 en Salamanca por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, cuando todavía no se había empezado a hablar de álbum ilustrado puesto que no se había creado aún esa denominación, al mismo tiempo se firmó su defunción: no tenía público ni suficientes apoyos para salir adelante. Por aquel entonces, se hablaba de libro ilustrado, ya que todavía no se había acuñado la definición de álbum, lo que lo convertiría posteriormente en un objeto único y diferente, caracterizado por el peso de la ilustración en él, lo que permitiría identificarlo y venderlo.
Sin embargo, prácticamente al mismo tiempo, en 1998 surgieron dos grandes editoriales que apostaron por este tipo de libro desde el primer momento, haciéndolo su principal materia: Kalandraka y Media Vaca. Con ellas, llegaron aire fresco, nuevos autores y una apuesta por el valor de la ilustración y por la ilustración nacional. Desde entonces, ha proliferado el número de editoriales infantiles y se ha trabajado también desde las librerías pequeñas y las redes sociales, impulsando el valor del libro-álbum como objeto cultural para niños y no tan niños. Los medios de comunicación también se han abierto a este producto y empiezan a estar más interesados, recogiendo noticias y presentaciones cada cierto tiempo.
En cuanto al valor industrial del libro, este boom ha sido relativo, ya que, pese a su reconocimiento, las ventas de literatura infantil son ridículas para lo que deberían ser. Como se dijo en la jornada, lo difícil no es ya hacer un libro, sino venderlo.
Actualmente nos encontramos con varios "problemas" en la edición de libros infantiles. Uno de ellos es la saturación en la imagen: el nivel de las ilustraciones está muy por encima del de los textos, no se está apostando por ellos y, por tanto, no se están realizando grandes textos de calidad para literatura infantil. Otra dificultad viene e la mano de la saturación editorial: estamos en un momento de auge del sector en el que proliferan las editoriales independientes e incluso la autoedición, lo que dificulta la distribución y las ventas. Por último, cabe destacar la fractura que se produce a los seis años, edad en que los niños aprenden a leer, en la que la ilustración deja de tener cabida frente a la imposición curricular del texto y los álbumes pasan a un segundo plano hasta que se recuperan por el lector joven-adulto, en algunos casos.
En el caso del álbum ilustrado y la literatura infantil en general, se produce la idiosincracia de que los libros no los compra el lector, él no los elige, y somos los padres y los educadores quienes escogemos para ellos. El gusto del adulto prescriptor contamina los libros que compramos y también muchos adultos empezamos a comprar los libros para nosotros mismos. Sin embargo, no leemos los libros con los niños, no les acompañamos en su experiencia lectora una vez que empiezan a hacerlo por ellos mismos. Condicionamos su lectura al escoger para ellos, y les ofrecemos productos que, en muchos ocasiones, no se adecúan a sus gustos o necesidades.
Es importante que los niños vean muchas imágenes diferentes para crear y educar sus gustos, no ofrecerles siempre los mismos personajes, libros, películas, etc. Ellos viven las mismas cosas que los adultos y necesitan incorporar estos temas a su imaginario, necesitan variedad de temática igual que nosotros, para satisfacer sus gustos y descubrirles otros mundos: muerte, legitimidad lgbt, integración social, de lo diferente, etc. También es importante ofrecer diferentes referentes a los niños para que se puedan identificar con ellos, y no siempre lo harán con los mismos pues sus gustos y necesidades irán variando según sus circunstancias.
El objetivo del libro no debería ser educar en valores, no se debe caer en la didáctica sin más. Sin embargo, la realidad de la didáctica de la literatura es que se ofrecen los libros con los temas marcados, se dan directrices que encorsetan las interpretaciones de los educadores, en muchos casos. La literatura no son solo temas, son sensaciones, rimas, imágenes... En muchos casos, incluso se cae en la autocensura de los libros por parte de los profesores, autores, editores, etc, bien por temática, edad... Un álbum bueno no tiene porqué tener edad, pues puede tener multiples niveles de lectura visual como en el texto. A los bebes hay que regalarles libros, y libros de papel fino para que se acostumbren a ellos. Tampoco las adaptaciones de las grandes obras de la literatura tienen porqué ser malas, si se realizan con diligencia.
El Libro, el álbum ilustrado, es un objeto que quieres tener, que quieres conservar, una puerta a un mundo mágico que se puede leer con los cinco sentidos y que enseña a los niños a valorar y cuidar las cosas. Es importante reconocer la labor de los autores e ilustradores, ya que el libro es un espacio donde lo literario y lo gráfico se unen, complementándose de diferentes maneras. Hay que observar cómo ven los niños los libros y lo importante que es para ellos dónde y con quién se lee el libro, ya que esta experiencia se sumará a la de la propia lectura.
Espero haber sido fiel con este resumen a las ideas que se debatieron y haberos trasladado las principales para que ahora vosotros podáis incorporarlas a vuestra visión de la situación actual de la literatura infantil y juvenil, y especialmente del álbum ilustrado, en nuestro país.
Os animo a asistir a las próximas dos jornadas el 28 y 29 de noviembre, yo por mi parte haré todo lo posible por estar allí, así que será un buen momento para saludarnos e intercambiar experiencias! Aquí os dejo la programación de nuevo:
2 comentarios:
Muy interesante, Nohemí, gracias por compartirlo porque quería haber ido y no pude. ¿Igual nos vemos para la siguiente de noviembre? Besos :-)
Gracias a ti, Susana, por estar ahí, siempre ;)
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