jueves, 6 de septiembre de 2018

Grandes decepciones de la historia de la literatura 1

Estos meses todos, o casi todos, hemos estado de vacaciones y ha habido una imagen que me ha llegado desde varios sitios recordándome la que fue una de mis Grandes Decepciones en la Historia de la Literatura. En este caso, no se trata de un libro, sino de una librería, como os contaré más adelante, pero este hecho me ha animado a sumarme a esa corriente que pretende acabar con el bonitismo y buenrollismo de las redes sociales, donde todo lo que se cuenta es maravilloso, o está maquillado para así parecerlo.

En realidad, rompo con un dilema “moral” que tengo desde hace tiempo y que es si debo escribir también sobre los libros (y las cosas) que no me gustan. Hasta el momento no había publicado nada controvertido, simplemente me lo había callado, pero creo que también es bueno hablar de las cosas que no nos gustan y abrir el debate para que otras opiniones nos hagan abrir los ojos y ver si estamos en lo cierto o no.

En este caso, la motivadora de esta entrada ha sido una fotografía que vi en twitter de la librería Lello, en Oporto, con un titular en el que se comentaba que habían estado esperando tres horas de cola para poder entrar allí a comprar un libro. Me llamaría poderosamente la atención el hecho de esperar 3 horas para comprar un libro (¿de verdad alguien espera 3 horas para comprar un libro y no se va a otra librería?), si no fuera porque conozco la librería en cuestión, una de las más turísticas y visitadas del mundo, por ser donde se rodaron algunas de las escenas de las películas de Harry Potter.





Tuve la oportunidad de visitarla hará unos 10 años, en un viaje a la ciudad de Oporto, y por aquel entonces fue una parada obligada ya que yo también había leído que era una librería maravillosa y no quise perdérmela. Por suerte, está en un barrio precioso con un montón de tiendas chulas alrededor, y muy cerca de nuestro hotel.

La primera decepción fue el tamaño de la tienda, ya que la imaginaba tremendamente grande (como la biblioteca de Harry Potter) y en realidad es bastante pequeña. El ancho es el que veis en la imagen, no tiene mucho fondo y solamente un piso. Los libros están bastante apiñados y cuesta pasar entre los turistas para poder verlos.

La segunda decepción tuvo lugar cuando fui a buscar un libro para comprarme. No tenía nada en la cabeza y solo quería un bonito álbum ilustrado en portugués para mi colección, un recuerdo diferente. La sección infantil estaba al fondo del todo, era minúscula y todos los libros que vi los conocía ya en castellano. Es decir, todos eran grandes éxitos y traducciones, pero nada de producción propia ni editoriales independientes. Al final, encontré un álbum de Pessoa que, aunque esta editado también en castellano, por lo menos estaba en su idioma original. Tampoco había nadie allí ni para aconsejarme ni para mostrarme tesoros escondidos en las estanterías.

En aquella época no había que esperar horas para entrar, afortunadamente, porque si ya me decepcionó la visita, imaginad. Solamente esperamos unos minutos para pagar, mientras cobraban a la persona que estaba delante, y fue donde tuvo lugar la tercera decepción: el dependiente (que no librero) le estaba explicando que todos los artesonados del techo, la escalera y las paredes son falsos, están hechos de escayola y pintados para que parezcan de madera. Tiene su mérito, desde luego, pero decepciona un poco saber que el decorado es “cartón-piedra”. 

Si volviera hoy a visitar Oporto, cosa que me encantaría, también volvería a visitar la librería Lello, soy así de friki, pero seguro que si encontrase una cola como la de la imagen me daría media vuelta y me iría, ya que por mi experiencia no merece la pena en absoluto.


¿Y vosotros? ¿Habéis visitado la librería Lello? ¿Qué os pareció?

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